Papel

Manuel de la Peña, Guadalajara, Jalisco

Manuel de la Peña ha estudiado arte desde muy joven: dibujo, pintura, escultura. Comenzó a desarrollar su estilo y técnica y participó en concursos de arte ganando premios en las categorías de pintura infantil y juvenil. Continuó sus estudios de bellas artes en el CEDART de Guadalajara José Clemente Orozco. Fue aprendiz de pintores de renombre regional y a partir de ahí comenzó su exploración artística hasta alcanzar las habilidades artísticas que tiene hoy.

A Manuel le gusta trabajar con papel debido a la historia de México con este arte desde la época prehispánica hasta la contemporánea. Se inspira para generar nuevos conceptos, mezclándolos con diferentes técnicas artísticas. Todo el proceso creativo se realiza íntegramente a mano, desde la planificación, hasta el corte de las piezas, el color y la presentación enmarcada; cada pieza es 100% hecha a mano en México. Su última innovación es utilizar grana de cochinilla (un pequeño insecto que vive en los cactus y produce un color rojo brillante cuando se aplasta). Es muy valorada y utilizada por los tejedores de alfombras, sin embargo, Manuel ha vuelto a tomar una técnica milenaria y la ha incorporado a su nueva forma de arte.

El abuelo de Manuel dibujaba y escribía poesía. Otros miembros de la familia involucrados en las artes son Paco de la Peña/artista y promotor cultural (tío), Jorge de la Peña/escultor (tío), Margarita de la Peña/artista de medios naturales (tía), Enrique Aguayo de la Peña/agua. -colorista (tío). La suya es una exploración personal de técnicas, pero tiene planes de compartir sus conocimientos enseñándolos a otros.

Manuel también recrea chaneques (máscaras) como los llamaban los aztecas. Estas máscaras son una forma de arte mexicana perdida. Son criaturas legendarias en el folclore mexicano concebidas como seres pequeños, parecidos a duendes, fuerzas elementales y guardianes de la naturaleza. Por tradición, estos seres atacaban a los intrusos, asustándolos para que su alma abandonara su cuerpo, que los chaneques encerraban en las profundidades de la tierra. Si la víctima no recuperaba su alma mediante un ritual específico, enfermaba y moría poco después.

En algunas leyendas contemporáneas, los chaneques son descritos como niños con cara de anciano o anciana, que desvían a las personas durante tres a siete días, después de los cuales las víctimas no pueden recordar nada de lo sucedido. . . aunque se piensa que son llevados por los chaneques a su hogar en el Inframundo, cuya entrada es una ceiba seca

Guadalajara, Jalisco
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