El artesano mexicano Felipe Benítez Miranda es un tlacuilo (pintor) náhuatl que vive en el estado de Guanajuato. La cultura náhuatl, en un intento de aferrarse a su cultura, ha adaptado y recreado su herencia pictográfica ancestral en el amate , una corteza sobre la que pintan pinturas bellamente intrincadas llamadas amates de historia . En términos generales, el amate y su comercialización se ha convertido en un destacado medio de supervivencia económica, llegando al punto en que el auge del amate ha producido una cantidad considerable de riqueza económica. Felipe abandonó el amate y lo reemplazó con animales tallados a mano (alebrijes) en madera en lugar de lienzo para su increíble representación cultural de la vida rural mexicana.

También pinta a mano sombreros que son muy populares y están disponibles todo el año.

Un censo de 1990 encontró que casi 1.200.000 mexicanos mayores de cinco años hablan náhuatl. Pero los números ayudan poco a explicar el impacto que la lengua y las culturas náhuatl han tenido en la cultura mexicana. Por ejemplo, alimentos como el chocolate, las tortillas y los tacos, conocidos en toda América del Norte y del Sur, fueron producidos y consumidos por hablantes de náhuatl mucho antes de que Colón "descubriera" el Nuevo Mundo. Y palabras como coyote y chocolate, que han sido adoptadas tanto por el idioma inglés como por el español, son de origen náhuatl (derivados de koyotl y chokolatl , respectivamente).

Cuando compras arte popular de Felipe, estás ayudando a garantizar que parte de la cultura de México continúe. Felipe también pintará por encargo: los muebles y gabinetes de cocina que se muestran arriba se realizaron como un proyecto especial por encargo.

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