Emilio Barocio Yacobo, Capula, Michoacán
En México, la elaboración de arte popular se lleva a cabo en los hogares de las familias y es una actividad tan cotidiana como cocinar una comida o caminar hasta el mercado para comprar verduras. En la mayoría de las familias donde se elabora arte popular, el proceso involucra a todos, desde los más jóvenes hasta los mayores. No prevalece el egoísmo, ya que el proceso es más importante que quién hace cada pieza individual.
Emilio Barocio comenzó a hacer Catrinas hace más de dos décadas. Dos de sus hijos siguen sus pasos. La inspiración viene de su propia imaginación y del enérgico esqueleto vestido con elegantes galas creado por José Guadalupe Posada. A diferencia de muchos artistas de Catrinas, Emilio dedica el mismo tiempo a las Catrinas masculinas. Trabaja en la forma más "tradicional" de las Catrinas, como lo eran hace muchos años, más toscas, no tan refinadas; sin embargo, muchas de sus creaciones son increíblemente detalladas y todas están hechas a mano y son únicas.
Los retratos mordazmente humorísticos de José Guadalupe Posada (1852-1913) de la sociedad y de figuras políticas nunca estuvieron destinados a perdurar. Escritos a finales del siglo XIX y principios del XX en periódicos endebles, sus ilustraciones satíricas fueron leídas por los residentes de la Ciudad de México y luego descartadas. Pero las estampas de Posada lograron sobrevivir la prueba del tiempo, a pesar del papel en el que estaban impresas. Posada consideraba que todos los miembros de la comunidad eran presa fácil de su ingenio satírico. Su imagen más perdurable es la de la calavera Catrina, vestida con elegantes galas europeas, adornada con un sombrero de ala ancha y plumas. Originalmente creó a La Catrina para ilustrar la canción popular “La Cucaracha”. Más tarde utilizó esta imagen para parodiar a las mujeres mexicanas demasiado vestidas que en ese momento tenían una obsesión por la cultura francesa.
A primera vista, muchas personas se sienten horrorizadas o desconcertadas ante las figuras de esqueletos vestidos con ropas escandalosas. En el arte popular mexicano, la muerte se considera la otra mitad de la vida y es un motivo común. La representación más alegre de la muerte en México es un buen recordatorio de lo inevitable y no hay creación más adecuada que las Catrinas, una de las formas de arte más extravagantes que México tiene para ofrecer.
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