Erik Vásquez Hernández y Reyna Hernández Santiago, Naolinco, Veracruz
Erik Vázquez Hernández es la cuarta generación de su familia trabajando en arcilla. Nació en la comunidad de San Miguel Aguasuelos, Naolinco en el estado de Veracruz. Su padre era totonaco (Veracruz) y su madre náhuatl (San Luis Potosí). Atribuye su habilidad para trabajar el barro a su sabia madre, quien le enseñó su oficio y a respetar a la madre tierra.
A la edad de seis años, Erik vio a su abuela instruir a su madre en el proceso de preparación de la arcilla, primero pulverizando los pedazos tomados de la tierra y luego agregando agua al polvo para hacer una arcilla de textura suave. También observó cómo, con paciencia y dedicación, daba vida al barro, daba forma a las figuras, etc. y finalmente aprendía a hornear su obra.
Erik ha ido formalizando su propio estilo y técnicas. Utiliza una arcilla blanca natural extraída de una mina cercana a su casa. En el proceso de modelado utiliza diferentes técnicas, como la aplicación de pastillaje fino (pequeños trozos de arcilla levantada). Cuando la pieza está bruñida, las decoraciones se tallan a mano y, en ocasiones, se les da una textura similar a un encaje (filigrana). El último paso es agregar color natural a la pieza mediante una barbotina (arcilla acuosa) y/o agregar la textura lograda mediante el uso de óxido mineral extraído de un barranco cercano a la ciudad. El color del engobe es similar al terracota o al naranja intenso; se aplican antes de disparar la pieza.
Erik le da crédito a su hermana mayor por iniciar la participación de la familia en concursos tanto a nivel local como nacional, donde ganaron premios que ayudaron a crear conciencia sobre su trabajo e ingresos. A los 16 años ganó su primer premio nacional en el Gran Premio Nacional de Arte Popular en la Ciudad de México.
La tradición de trabajar en arcilla ha existido en la familia de Erik durante más de 100 años y en el año 2000 estuvo al borde de la extinción con solo 12 alfareros, incluida su madre, que continuaron con el oficio. Afortunadamente, superaron esta mala racha y se recuperaron. Ahora son 32 familias interesadas en preservar el legado alfarero de Naolinco, Veracruz.
Susana trabaja con la ayuda de su marido en Naolinco. Tienen una pequeña tienda donde venden el trabajo que Susana lleva perfeccionando desde hace 20 años. Aprendió de su madre, quien a su vez aprendió de su abuela paterna.
Susana ha obtenido 37 certificados y premios de concursos regionales, estatales y nacionales.
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