Antonio Guzmán Hernández es un artesano de jicara grabado de tercera generación de Pinotepa de Don Luis, Oaxaca. El área alrededor de su pueblo (aldea) es rica en vida arbórea: ceibas (género de árboles de la familia Malvaceace), árboles cuya corteza se usa para hacer amate (papel hecho a mano), palmas, jícaras (tipo de calabaza del árbol de calabaza) y guapinoles (árbol de madera dura que se usa para muebles, pisos y decoración).

Cientos de personas elaboran objetos con el fruto de los árboles de jícara, que se pueden encontrar en casi todos los patios de las casas o en las calles. Sus frutos esféricos se han utilizado para producir objetos utilitarios: vasos, carteras, juguetes, portalápices, servilleteros, aretes, pulseras y collares, entre otros. Antonio ha llevado el uso de la jicara a un nuevo nivel.

La jícara grabada es una tradición viva, cuyos usos y funciones siguen siendo utilitarios en el pueblo pero se han convertido en una forma de arte decorativo. El proceso es laborioso. Este es el medio que utiliza Antonio para crear sus jicaras grabadas (calabas talladas). Se dice que esto es trabajo de pobres, no cuesta un peso producirlo.

Una vez que una calabaza está seca, se puede cortar y pulir con una lija fina. No pueden producir grandes cantidades porque todo se hace a mano. No hay copias, cada una es única, cada una es diferente.

Antonio crea un diseño en relieve en las jícaras; su imaginación y destreza le permiten plasmar en sus superficies una estética y simbolismo particulares. La herramienta principal para tallar tiene una punta de metal que obtiene de cuchillos o machetes.

Hasta ahora, los chinos no han podido reproducirlos porque no se pueden usar máquinas. Las calabazas son cortadas, pulidas y talladas a mano, con dibujos tradicionales indígenas. Esto es arte, cada calabaza es única hecha con las manos del maestro y no puede ser reproducida por una máquina.

Hidalgo sin número

Barrio Grande

Pinotepa de Don Luis, Oaxaca

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