Amada Sánchez Cruz, Pinotepa de Don Luis, Oaxaca
Amada Sánchez Cruz is a well-known Mixteco weaver from Pinotepa de Don Luis, Oaxaca. Su obra corre peligro de desaparecer y es justamente la razón por la cual se desarrolló la Feria Maestros del Arte.
La gente no lo sabe, pero entre los pueblos costeros de Oaxaca, los japoneses son todo menos populares. La culpa de este descontento internacional la tiene un molusco, un pequeño caracol cuya vida transcurre sobre las piedras que se esparcen en la costa oaxaqueña y de cuyo cuerpo nace un tinte morado (púrpura). Por culpa de los japoneses, este molusco casi ha desaparecido.
La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) ha documentado que a principios de la década de 1980, trabajadores japoneses arrancaban caracoles de su pétrea existencia con un gancho de hierro, untaban el líquido que salía del cuerpo de los moluscos sobre prendas de seda para teñirlos y luego desechar los caracoles. En el proceso, el molusco moría o, mejor dicho, era asesinado para obtener hermosos kimonos morados. En cinco años la especie fue casi aniquilada.
"Fue cuando bajó el caracol morado. Lo tiraron, lo dejaron al sol y ese molusco es delicado, no lo puedes dejar en la piedra caliente porque se muere, porque tarda como cinco minutos en volver a adherirse a la piedra. Los japoneses pegan el caracol en la torre”, recuerda Mauro Habacuc Avendaño Luis, tintorero.
La empresa responsable de la sobreexplotación fue la empresa japonesa Purple Imperial, que llegó a un acuerdo económico con comuneros de la zona para obtener mayores volúmenes y prohibió a los habitantes mixtecos del lugar utilizar el molusco para teñir sus tradicionales ropa, tal como lo hacen ellos. Desde la época prehispánica: sin matar al caracol en el proceso.
La situación se mantuvo hasta 1985, cuando tintoreros de Pinotepa de Don Luis denunciaron la explotación, el gobierno federal prohibió esta actividad a los japoneses y detuvo la matanza del molusco.
Han pasado casi 40 años desde el episodio japonés, pero desde entonces, las poblaciones de caracoles no se han recuperado por completo. Ahora se enfrentan a la devastación provocada por el turismo, su uso gastronómico, la contaminación y el cambio climático.
El nombre científico del caracol morado es "Plicopurpura pansa" y su hábitat se extiende hasta las zonas rocosas de las Bahías de Huatulco. El codiciado colorante se produce al exponer los fluidos de los moluscos a la luz y al oxígeno.
Aunque antes el teñido se practicaba en otros estados, ahora solo se conserva gracias a los mixotecas de Pinotepa de Don Luis, quienes siempre lo han utilizado para teñir ovillos de algodón con los que principalmente hacen el enredo o "pozahuanco". ", vestido tradicional usado por las mujeres. Para ello utilizan una estaca de madera de hasta un metro que sacan de la raíz del mangle. Con ella sueltan al caracol de la piedra, que suelta un líquido transparente y luego una sustancia blanca, como mecanismo de defensa contra los depredadores.
Estas sustancias son las que los tintoreros untan sobre la madeja de algodón. En contacto con la luz solar y el oxígeno, el algodón cambia de blanco lechoso a amarillo, luego verde y finalmente morado.
Con vida, el caracol se devuelve a la piedra en una parte donde haya sombra y humedad, con el objetivo de devolverlo a su hábitat. Los cuidadores de la tintura obtienen las vestiduras de púrpura y no se mata al molusco.
Mauro Avendaño tenía 15 años en 1956 cuando aprendió la técnica del teñido de uno de sus tíos. Para ello caminó ocho días, desde Pinotepa de Don Luis hasta Puerto Ángel, en busca de ejemplares. “Un tío me enseñó, caminaba con él, entonces no había manera de ir, transporte, comunicación; la primera parte donde llegué es Puerto Ángel”, cuenta.
Mauro dice que entonces había muchos caracoles morados. Dice que en un día tiñó cuatro ovillos de algodón de 250 gramos y en cinco días volvió a Pinotepa de Don Luis con hasta 20 ovillos, necesitando cada uno el tinte de 300 caracoles púrpura. Ahora, explica, pueden estar hasta 15 días buscando los moluscos y regresar con solo cuatro ovillos. La escasez de la especie, dice Mauro, se ha traducido en una prenda más cara, ya que una madeja de 250 gramos, que alcanza para varias blusas o un huipil, puede costar alrededor de $10.000 o $12.000 pesos.
Gordillo Solís, director del Parque Nacional Huatulco, descarta que el caracol morado esté en peligro de extinción, pero acepta que hay una disminución importante de la población que se encuentra en la región y, por tanto, es un especie que se encuentra bajo protección, bajo la norma mexicana de 2010, algo que se repite en todos los lugares donde habita: además de Oaxaca, en una franja que se extiende desde una parte de Michoacán y Jalisco, y hasta Ecuador.
Una de las amenazas que enfrenta la especie en la región es la extracción que realizan los "piedreros", pescadores que se dedican a la extracción de moluscos como lapa, lengua de perro y el mismo caracol morado para vender ellos como comida gourmet para los turistas. "Si vas a la playa. te pasan ofreciendo ostra, lengua de perro y no sabes muy bien lo que estas comprando.
Otra amenaza es la contaminación provocada por el incremento de la actividad turística en playas como "El Maguey" y "La Entrega", entre otras en las Bahías de Huatulco; la contaminación orgánica, por la falta de manejo del agua que hace que los desechos vayan directamente al océano, y por la basura que llega de alta mar. A este escenario adverso se suma el calentamiento global, ya que el ecosistema donde vive el caracol morado está sujeto a periodos de humedad, y el aumento de la temperatura provoca el secado de las rocas y altera las corrientes marinas, generando un mayor embate del mar hacia su hábitat.
Además, para lograr la sustentabilidad, los cuidadores se turnan todos los meses para teñir sus ovillos de algodón: van de dos en dos por períodos de ocho a 15 días, ya que cada vez es más difícil encontrar el caracol. Dicen los cuidadores que el teñido con el caracol morado solo se mantiene para preservar su cultura y para quienes valoran y admiran su tejido y teñido.
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