Durante más de siete generaciones, la creación de cerámica ha sido el centro de la vida de la familia Jimón de Tonalá, uno de los cuales es Agustín Jimón Barba.

El talento de Agustín es muy evidente en la belleza tradicional e histórica diseños que pinta en su cerámica. El barro que utiliza proviene de los cerros cercanos a Tonalá. De la tierra se extraen depósitos de arcilla negra, blanca y roja con proporciones variables de sílice para uso de los alfareros que viven en la zona. Paga una tarifa para extraer grandes trozos de arcilla de esta zona. Una vez en casa, los trozos se rompen, se muelen hasta convertirlos en polvo y luego se tamizan para eliminar las impurezas. Luego se agrega agua y la arcilla comienza a "fermentar" cubierta con plástico y se deja reposar por varios meses.

Alisado con piedras después del secado, se aplica una capa de pigmento para sellar los poros de la arcilla así como proporcionar un color de fondo. Las pinturas se hacen mezclando arcillas y añadiendo pigmentos de tierra.

Después de que el engobe se haya secado y las pinturas estén mezcladas, la decoración (palmeado) está lista para comenzar. Con un conjunto de pinceles, algunos de pelo de animal, comienza con gran habilidad a pintar los diseños por los que es tan conocido. El bruñido final se realiza con sebo. El proceso lleva mucho tiempo para garantizar la calidad de la pieza terminada. Luego se cuece una vez en horno abierto.

La madre de Rosario le enseñó a trabajar la arcilla haciendo miniaturas de barro bruñido cuando tenía unos 11 años. Fue entonces cuando comenzó su vida como artesana. Empezó aprendiendo cosas sencillas, como alisar y moldear, y su madre terminaba la pieza.

También hace piezas de tamaño normal. La información anterior sobre Agustín, dónde encuentra su arcilla, cómo trabaja, también se aplica a las técnicas utilizadas por Rosario.

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