Clara y Germán García Antonio, Ciudad de Oaxaca, Oaxaca
Los zapatos elaborados por la familia García de San Dionisio Ocotepec, Oaxaca, llegaron a Israel en 2013 y 2015, donde su colectivo llamado Ndavaa llegó para satisfacer a cientos de clientes que reconocen la alta calidad y originalidad de sus productos. Gracias al constante trabajo y apoyo de sus clientes, han obtenido reconocimiento y reconocimiento especial por su éxito 2011 por parte del Presidente de la República, y fueron invitados a presentar su trabajo en Israel. Clara te dirá que su mayor logro es que son una gran familia que sigue creciendo y creando oportunidades.
Clara García y su esposo, Germán, comenzaron a hacer sandalias hace casi 40 años. El colectivo Ndavaa (mi sandalia en zapoteco) fue creado en 2006 y desde entonces se ha convertido en una fuente de empleo para más de 20 familias, de las ocho regiones de Oaxaca, compuestas en su mayoría por mujeres. En Ndavaa, son mujeres indígenas las que lideran el proyecto y creen firmemente que las oportunidades pueden ayudar al crecimiento y empoderamiento de las mujeres.
Clara recuerda que después de terminar la educación básica, no había muchas oportunidades de trabajo para ella y su esposo. “Al principio vendíamos materiales para curtir (cuero) como sal, lejía y leña. En ese entonces en Jalatlaco, en la ciudad de Oaxaca, había muchos curtidores”, dijo.
La familia García vendía 50-60 toneladas de materiales para curtir cuero al año, y abastecía a los municipios cercanos a la ciudad; sin embargo, el uso de vinilos provocó el cierre de curtidurías y la quiebra del negocio familiar. En 1983, tras su último pedido, la pareja disponía de 40 toneladas de materiales. Decidieron curtir el cuero y convertirse en la única familia del pueblo que fabricaba sandalias. Le tomó aproximadamente tres años aprender a broncear y hacer zapatos. Las ganancias apenas alcanzaban para pagar las cuentas y recuperar el dinero invertido en materiales y herramientas. Posteriormente, se destacaron en la venta y confección de las típicas sandalias que usaban los campesinos y sus productos se vendían en otros pueblos.
Pero en 1994, cuando el peso mexicano se depreció, la crisis económica golpeó a los artesanos y muchos abandonaron sus oficios y migraron. La empresa de García que empleaba a más de 15 artesanos, se quedó con tres empleados. A Germán le asignaron un puesto en su municipio, pero no era remunerado y tenían que cuidar a sus hijos pequeños, por lo que no había tiempo para los negocios y las ventas bajaban. Germán incluso consideró emigrar a los EE. S , pero no tenía suficiente dinero.
En su tiempo libre, Clara y su hija comenzaron a experimentar con la fabricación de zapatos. Su primer diseño alternativo fue uno hecho con semillas pintadas. En tan solo un día, se vendieron tres pares del mismo diseño a un diseñador de moda que les animó a seguir creando. Decidieron reactivarse e innovar en el mercado, por lo que Clara y sus hijas crearon Ndavaa, una marca que se convirtió en sinónimo de originalidad.
Después de usar semillas para decorar las sandalias, las mujeres pensaron que podían incorporar otros materiales que representaran a Oaxaca; decidieron hacerlo mediante el uso de textiles. Comenzaron con el curtido de cueros utilizando material vegetal orgánico, con técnicas ancestrales. Al mismo tiempo, bordan e hilan algodón o lana para convertirlos en tela; se necesitan entre 7 días y 3 semanas para hacer una pieza de lino.
Ndavaa emplea directamente a 16 familias para colaborar en el proceso de producción. Cortan, bordan y cosen las piezas. También colabora con otras 35 familias, que trabajan como artesanos en otras regiones de Oaxaca produciendo textiles, rebozos y otras piezas que se utilizan para hacer las sandalias.
“La mayoría de nosotros somos mujeres. Intentamos ponernos en contacto con los productores a través de acuerdos de colaboración que buscan respetar los precios de producción y enfatizar los procesos naturales. Somos mexicanos comprometidos con nuestras tradiciones y gente, por eso trabajamos bajo un comercio justo y de manera sustentable con el medio ambiente”, relata Clara.
Gracias a estos esfuerzos, cada par de zapatos es único, ya que todos están hechos a mano. Actualmente, producen 1200 pares de zapatos cada mes. Ndavaa no solo hace sandalias; también fabrican tenis, botas, tacones y carteras: todos ellos están hechos a mano con técnicas artesanales, y no solo eso, están hechos con materiales biodegradables.
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